CAFÉ

Una incertidumbre en la mente, una imagen fija en la mirada,
tristeza en el corazón. Un paso siguió al otro y comienzo a transitar
por calle Gante.

Tarde húmeda y llena de recuerdos que se niegan a desaparecer,
flotan cuál fantasmas, atormentadome y susurrando tu nombre.
El cielo llora suavemente y yo intento encontrar tu rostro,
en esas miradas fugitivas, que beben café, y de vez en vez, 
un sorbo de licor.

Un olor a tabaco me envuelve. Es el humo de esos seres ausentes
que parecen reírse de mi soledad, de mi vacio. De vez en cuando
devuelvo una débil  mirada, cargada de ambición.
Intento preguntarle a uno de ellos, si conoce la felicidad, más
las palabras se ahogan en mi garganta. Y el recuerdo lastima
una vez mas mi ser.

Sólo setenta y dos horas y la herida se abre aún mas.
Extraviado, recorro estas calles que me han borrado completamente.
Imagino una taza de café, esperando recibir el primer trago.
Imagino un Marlboro esperando por ti.
Tu mar azul.
Claras olas satinadas, esperando impacientes,
ser remontadas una vez más.

La luz se ha ido. Aguarda en silencio un nuevo amanecer.
El silencio de tu sonrisa, y mis manos vacias.

Ya no estás más.


INTERNAH
 
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